lunes, 18 de abril de 2022

Viaje nórdico (II): Patos y aves marinas en Båtsfjørd.

 Después de la accidentada llegada a Varanger, e instalarnos en la localidad de Batsfjord, llegó uno de los platos fuertes del viaje: la observación de patos árticos desde hide flotante: eider real (Somateria spectabilis) y menor (Polysticta stellerii) y pato havelda (Clangula hyamelis) eran los objetivos principales, aunque al final terminamos disfrutando de especies como el arao aliblanco (Cepphus grylle) e incluso un par de focas grises (Halichoerus gryphus) en la bahía.

El día empezaba madrugando bastante, a las 3:45 aproximadamente para salir hacia los hides entre las 4-5 de la mañana. Una vez allí nos apostamos para poder fotografiar los patos cuando aparecieran. A pesar de la ropa de abrigo, pasamos bastante frío, entre la temperatura exterior y la humedad, aparte de las incomodidades para fotografiar patos a nivel y las numerosas nevadas, pero el resultado compensa, sobre todo ahora con los plumajes nupciales.

El eider real fue el primero en acudir a la cita. Para mí, el más impresioanante de todos.



Vimos varios eideres comunes (Somateria mollissima). Aquí un macho.

Juvenil.

Hembra.

Capeando el temporal.

No vimos demasiado bien al eider menor, aunque más tarde sí que lo vimos cerca y estas fotos con la nieve son muy bonitas (para mi gusto).

He empezado por los eiders al ser lo más espectacular, aunque fueron los haveldas quienes se dejaron ver más tiempo desde el hide. Para mí no es ningún problema; aunque el objetivo principal eran los eiders, me gusta mucho esta especie, con esa larga cola en los machos. Toda una suerte poder disfrutarlos así.

Haveldas. La mayoría eran machos.

En este caso, la hembra a la izquierda.



Otras aves, como por ejemplo la gaviota tridáctila, arao aliblanco, ostrero... también pudimos fotografiarlas en algún momento; de las focas subo foto pero no es muy buena...

Arao aliblanco.

Foca gris (Jajaja).

Ostrero euroasiático (Haematopus ostealagus).

Gaviota tridáctila (Rissa trydactyla).


Argénteas (Larus argentatus).

Así acabó la cosa.

Después del hide teníamos contratado un pequeño tour en barco para fotografiar patos y demás en vuelo, cosa que yo, en un barco y con poca experiencia, conseguí a duras penas, además del oleaje que sufrimos al final del trayecto. Como lo hicimos en dos turnos, mientras el primer grupo zarpaba yo, junto a varios compañeros, observamos las pocas aves presentes en el puerto, con la novedad del correlimos oscuro (Calidris maritima).

Correlimos oscuro.

Gaviota tridáctila.

Haveldas.

Algunas fotos desde el barco.



Después de un descanso (tantas horas y madrugando tanto es lo que toca) y la riquísima comida en el hotel propiedad del gestor de los hides, dimos una vuelta para ver las famosas gaviotas tridáctilas anidando en edificios y bastantes cosas más, como el cercano encuentro con los eiders menores o los paisajes nevados que nos rodeaban; para viajeros españoles son imágenes que, aunque estaba todo igual de nevado, nos fascinan. Difícilmente veremos aquí la nieve al lado del mar, entre otras cosas.

Colonia de tridáctilas.




Muelle desde el que avistamos los eiders y demás. Me sorprendió que, a pesar de estar cerca de almacenes, nadie se molestó por que hiciesemos fotos, incluso nos saludaban alegremente. Claramente en España esto es una quimera.

Argéntea (Larus argentatus).

Eiders comunes.

Eider menor.


Batsfjord.

Con esto terminamos la segunda jornada en Noruega; la próxima e última entrada sobre el viaje abarcará varios días en los que visitamos varias colonias de aves en el Este de la región, incluyendo Hornoya y sus frailecillos, pero también alguna sorpresa más.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!

sábado, 9 de abril de 2022

Viaje nórdico (I): Aves de los bosques escandinavos.

Bueno, pues allá va. Empezamos con las crónicas (que serán 2 o 3, según vaya viendo) del viaje por Noruega y Finlandia entre los días 29 de Marzo y 6 de Abril. Como ya esperaba, han sido unos días espectaculares y muy intensos, con gran cantidad de especies nuevas, momentos únicos y el marco inigualable de la nieve alrededor de todo. 

Este relato está centrado en el día de ida, aunque incluyo las últimas fotos que hicimos el miércoles 6. Pero antes que todo, la llegada: vuelo Valencia-Madrid, encuentro con los guías y compañeros de viaje, retraso en el vuelo Madrid-Helsinki, las maletas se pierden por el camino, carrera por el aeropuerto de Helsinki (hubo un momento en que creí haber perdido la documentación y por poco me quedo allí) y, por fin, llegada a Ivalo (Finlandia) y una buena cena reconstituyente a base de hamburguesa de reno.

Al día siguiente hicimos varias paradas en Finlandia, principalmente en el restaurante "Neljan Tuulen Tupa" donde existen varios comederos para paseriformes cebados continuamente. El protagonista indiscutible aquí es el camachuelo picogrueso (Pinicola enucleator), con decenas de ejemplares visitando los comederos. Aquí pudimos disfrutar de los coloridos machos sobre la nieve, las peleas entre ejemplares... Un buen comienzo.

Camachuelos picogruesos. Machos.



Las hembras son menos coloridas pero también preciosas.


Picogruesos a la vuelta también. Últimas fotos del viaje.


Pero la cosa seguía: no tardaron en aparecer por allí los preciosos pardillos norteños (Acanthis flammea) y árticos/de Hornemann (Acanthis hornemanii), difíciles de diferenciar entre sí, aunque los de Hornemann, más pálidos y menos marcados por debajo, eran los más abundantes. Ambas especies eran muy confiadas, ocupando despreocupadamente los comederos ante los 13 fotógrafos españoles allí reunidos. 

Pardillo de Hornemann.


Pardillos norteños.

El carbonero lapón (Parus cinctus) también nos regaló grandes momentos durante su breve aparición. También había carbonero común, muy bonitos pero claro, normal que el lapón llame más la atención cuando no es algo que veas todos los días.

Carbonero lapón.



Carbonero común (Parus major).

Por último, aunque no vimos demasiados y eran bastante tímidos, los arrendajos funestos (Perisoreus infaustus) se decidieron a posar un rato mientras se dirigían al tocino estratégicamente colocado para ellos. Un ave preciosa, aunque, como suele pasar con los córvidos, no siempre han gozado de muy buena prensa.

Arrendajo funesto.

El comedero estaba muy bien y además te daban de desayunar, así que pasamos un buen rato... excepto cuando una mujer alemana nos espantó a todos los bichos al pasar junto a los posaderos sin ningún miramiento. A esta misma mujer tuvimos que ayudarla para que no resbalase y se partiera la crisma, convirtiéndose en la primera anécdota del viaje.

El resto del día fue más paisajístico, con lagos y cascadas congelados, extensos bosques de coníferas, un bonito fiordo... y una fuerte nevada, ya en Noruega, mientras nos tocaba esperar hora y media a la quitanieves; cuando clareó un poco estuvimos pajareando para hacer tiempo y vimos dos carboneros montanos (Parus montanus), últimas aves de la taiga antes de ponernos en marcha hacia el puerto de Batsfjord y sus eiders, teniendo de camino otro momento memorable cuando otro conductor frenó en seco y casi nos quedamos atrapados en la nieve; incluso hubo que empujar para desencallar una de las furgonetas.

Varios instantes helados del día.


Carbonero montano.






El resto de días transcurrieron más o menos sin inconvenientes, aunque ya iremos viendo que alguno más hubo... y muchísimos más avistamientos de fauna nórdica. ¡No os lo perdáis!

Taiga.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!