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viernes, 17 de septiembre de 2021

Carroñada en Aínsa (y sorpresa final en el Pirineo).

 Segunda (y última) entrada sobre el breve viaje al Pirineo aragonés, como ya visteis muy intensa en cuanto a paisajes, fauna, flora, algo de historia... Pero aún queda un poco más de todo esto que mostrar, empezando por algo a lo que tenía especiales ganas: ver en primera línea una carroñada. La Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, entre otras muchas cosas, gestiona un muladar para aves necrófagas a las afueras de Aínsa, con una oferta de hides fotográficos en el interior. Por el más que razonable precio de 50 euros, teniendo en cuenta los precios que te encuentras por ahí, puedes hacer uso de los mismos durante los aportes, de modo que era una oportunidad que no dejaría pasar. En primer lugar, aunque los quebrantahuesos suelen aparecer, esta vez yo al menos no los vi; además, me dijeron que en otoño-invierno es más fácil que baje a los aportes. Buitres leonados (Gyps fulvus), alimoches (Neophron percnopteus) y cuervos (Corvus corax) fueron los protagonistas, con algunos paseriformes que frecuentan la zona como lavandera blanca (Motacilla alba), colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus)...

 Veámoslo por partes: Como era de esperar, los más numerosos fueron los buitres. Conté alrededor de 300 en toda la mañana, aunque puedo estar quedándome un poco corto pues son conteos en vuelo. Era imposible ponerse a contar bichos en medio del caos que se formaba en el comedero, incluyendo grandes nubes de polvo que levantaban al posarse. Evidentemente, tantos buitres así de cerca es algo que no se ve todos los días, así que lo suyo era ponerse las botas... y las siguientes fotos son el resultado. En 5 horas dio tiempo a ver peleas, aterrizajes, las "comilonas" que se pegan... dando lugar a imágenes bastante espectaculares.

Buitres leonados.










Aunque los leonados, por su abundancia, se llevan la palma, también disfruté mucho con los 3 o 4 alimoches. Vistos de cerca me parecieron seres ancianos y sabios, supervivientes que comen lo que dejan los demás; mucho se habla de buitres y quebrantahuesos y, a mi parecer, poco de esta humilde carroñera a la que yo aprecio mucho. Cualquiera que vea estas imágenes verá que tienen un algo muy especial, con su plumaje blanco y negro y su rostro amarillento, por no hablar de la gorguera de plumas que les da un aspecto despeinado muy particular.

Alimoches.










Aparte de los pendencieros leonados y los descarados buitres egipcios, abundaban los cuervos. La verdad, no sé por qué no les hice demasiadas fotos. Entre que es una especie bastante común, que me centraba más en los buitres, pitos y flautas... al final sólo saqué una decena de fotos a estos inteligentes bichos. También es verdad que habían muchos menos de lo que me esperaba... de todas formas aquí van:

Cuervos.




Las pequeñas aves que iban por allí fueron las protagonistas de los momentos de menor actividad buitrera. La mayoría especies comunes que veo prácticamente a diario, pero el macho de colirrojo real que se movía entre huesos, sangre y pezuñas puso la nota de color al asunto.

Lavandera blanca.

Gorriones comunes (Passer domesticus).

Colirrojo real.

Visitar un muladar tuvo también su generosa dosis de sangre y vísceras, algo que, al final, resulta evidente, pero a muchas personas les resulta incómodo. De hecho, varios conocidos y familiares ya me han dicho que algunas son "bastante fuertes", incluida una publicada en Instagram, pero, al final, no hay que confundirse: es la naturaleza, lo mismito que ese lago de montaña al que llegamos y decimos "Qué bonito", o "Impresionante". No todo es bonito, y hay cosas realmente truculentas en el mundo natural, pero, al fin y al cabo, todo es impresionante, ¿O no?

Sangre y vísceras.

Después de todo este frenesí de sangre, vísceras y especies que a mucha gente les desagradan, vamos con la última ruta por el Pirineo. Tella, pueblecito donde se empieza a andar, no es gran cosa, pero cuenta con dolmen, yacimiento de fósiles de oso cavernario... y varias ermitas románicas enclavadas en el monte que son el principal atractivo de la ruta de las "Ermitas de Tella". Es más bien un cómodo paseo, bastante concurrido, pero merece la pena acercarse a este pequeño rincón donde se juntan a la perfección cultura y naturaleza. Un detalle más triste es la "Casa de la Bruja" que no visitamos, un espacio dedicado a mostrar como la ignorancia y el fanatismo nos vuelve unos contra otros, llevándonos por delante aquello que no entendemos sin pararnos a pensar... ¿Alguien más tiene un déja-vu?

Dolmen de Tella.

Camino a las ermitas...

San Juan y San Pablo (S.XI), bajo el espectacular "Puntón de las Brujas". Quién tuviera unas vistas tan privilegiadas...

Virgen de Fajanillas (S.XVI).

Espectaculares paisajes.



La "sorpresa" fue un joven quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) al que no esperaba para nada, demostrando que, si bien algunos sitios son mejores que otros para verlos, estamos en las montañas del quebrantahuesos. Otro detalle fue el volantón de escribano montesino (Emberiza cia) al que por poco piso; por suerte después de posar un rato para la cámara se escondió entre unos arbustos, puede que cualquier otro (el grupito que iba haciendo videollamada por el monte, por ejemplo) no se hubiera fijado y el pobre animal hubiese pagado el pato.

Quebrantahuesos.

Escribano montesino.

Otros habitantes de la zona.

Poco más que enseñar de Aínsa, el final del viaje marcado por la lluvia (y un fantástico homenaje final en una pizzería de Zaragoza) no dejó espacio para mucho más. Dejo unas últimas imágenes paisajísticas de la zona; que disfrutéis, y pronto me tendréis por aquí otra vez: aunque últimamente no recibo muchas visitas por aquí, seguiré publicando mientras pueda; no sé si durará mucho, pues entre el Instagram, estudios... cada vez tengo más "faena", pero de momento...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!

Así me despido... de momento; a pesar del párrafo anterior sigo con el blog hasta nuevo aviso.

lunes, 7 de junio de 2021

Hostal Almanzor, un alojamiento especial para pajareros.

 Normalmente no escribo reseñas sobre los alojamientos en que me hospedo durante mis escapadas y viajes, como mínimo algún comentario general; básicamente son lugares para descansar. Pero el Hostal Almanzor es mucho más que eso: se trata del único alojamiento de nuestro país con acceso directo a un hide (gratuito para los clientes alojados) y, además, dispone de otro en la propia finca para fotografiar carroñeras y otras rapaces. A estas instalaciones fotográficas habría que añadirles el jardín, donde no es difícil encontrar otras especies de aves, y el asesoramiento de los propietarios del hotel, pajareros locales, a la hora de salir a buscar aves por la Sierra de Gredos. De esto último ya hablaré en la próxima crónica, de momento empezamos con el hide gratuito del hotel. Está pensado para pájaros pequeños, pero también acuden pico picapinos, arrendajo y otros invitados más especiales.

Claramente las expectativas que tenía sobre esta instalación eran muy altas, y aumentaron mucho más según iba viendo como se cumplían e incluso mejoraban durante mi estancia. La primera tarde que estuve alojado, aunque algo nublada y desapacible, ya me quedó claro que aquel hide sería muy recurrido durante los ratos muertos. Lo primero que pude observar fue un macho de picapinos (Dendrocopus major) al que se unieron varios congéneres durante los siguientes días.

Pico picapinos.



Lo siguiente que destacaba, aunque se ven cientos en las ciudades, eran las tórtolas turcas (Streptopelia decaoto), evidentemente de lo más confiadas.

Tórtolas turcas.


Aunque los pequeños pajarillos, la mayoría forestales, eran los más abundantes. Ya ese primer día disfruté de un precioso escribano montesino (Emberiza cia) y varios machos de pinzón vulgar (Fringilla coelebs) con su preciosa coloración de primavera-verano.

Escribano montesino.


Pinzón vulgar.


Los gorriones comunes (Passer domesticus), verderones (Carduelis chloris) o estorninos (Sturnus unicolor) no son tan llamativos, pero al entrar también en el hide también hay bastantes fotos.

Gorrión común.

Verderón.

Estornino negro.

El siguiente día fue muchísimo más productivo, empezando con lo que hice por la mañana... Eso ya se hablará en otra publicación: esta vez estuve bastante más tiempo y hubo bastantes novedades, como el trasiego de arrendajos (Garrulus glandarius) por la zona:

Arrendajos.



Por lo demás, el elenco de pajarillos muy similar al del día anterior, esta vez con mejor luz.

Escribano montesino.



Tórtola turca.

Gorrión común hembra.

Macho de picapinos.

Hembra.

Todas estas aves las disfruté junto a Ignacio, otro pajarero alojado aunque menos tiempo que yo; en todo caso una persona muy agradable y un pacer haber compartido ese rato con el. Sobre todo teniendo en cuenta lo que disfrutamos con este otro invitado:

Zorro (Vulpes vulpes).

El motivo de que este amigo se pase por las instalaciones es que Luis Alfonso, el propietario del hotel, deja una pieza de carne en el hide a disposición de un milano real al que le falta un ojo. De esto también se aprovechan varios milanos negros y este simpático zorro. Todo un lujo de observaciones y fotografías de un animal francamente difícil de ver en estado salvaje.


La siguiente tarde lo volví a ver:



Y a este joven milano negro (Milvus milvus) que también acudió a por la carne. Precioso animal:


Y más fotos de pajarillos durante esta última tarde en Gredos y la mañana siguiente:

Pinzones vulgares.


Gorriones comunes.


Herrerillo común (Cyanistes caeruelus).

Las terrazas de las habitaciones, además de inmejorables vistas hacia la Sierra, brindaron más avistamientos de milanos y otras rapaces, además de escucharse al anochecer al autillo (Otus scops) y al cárabo común (Strix aluco) entre los rebuznos de varios burros.

Sierra de Gredos.




Milano real (Milvus milvus).

Milano negro.

Y, aunque no estuve mucho tiempo por el jardín, bastó para varios agradables paseos y el fugaz encuentro con un par de papamoscas cerrojillos (Ficcedula hypoleuca).

Papamoscas cerrojillo.


El jardín también cuenta con imágenes de las distintas aves que frecuentan la finca.



Un pequeño descuido: los carboneros garrapinos (Parus ater), como en todo pinar que se precie, andaban por la zona, y también fotografié alguno:

Carbonero garrapinos.

Por último, me gustaría recomendar este hotel: si te gustan las aves este es tu alojamiento. Los hides muy bien montados; el de las rapaces no me dio tiempo a probarlo pero muy asequible (25€ si estás alojado, 60 si no) y ya habéis visto todo lo que se ve desde el gratuito. Los dueños, Loli y Luis Alfonso, muy simpáticos, además al ser de la zona dan muy buenas recomendaciones para pajarear, senderismo, etc. e información detallada sobre donde ver cualquier cosa (que esté en Gredos claro). Por lo demás el hostal es antiguo pero todo está muy limpio y es bastante cómodo, en contra de lo que dicen muchas críticas sobre que está muy sucio, es viejo... en fin. Y por cierto: las tapas espectaculares... lástima no haber hecho alguna foto.


Nada más que contar en esta primera entrega sobre un viaje que ha dado mucho de sí: después de mucho tiempo sin poder hacer algo así, ha ido muy bien la cosa como iréis viendo.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!