Bueno, pues allá va. Empezamos con las crónicas (que serán 2 o 3, según vaya viendo) del viaje por Noruega y Finlandia entre los días 29 de Marzo y 6 de Abril. Como ya esperaba, han sido unos días espectaculares y muy intensos, con gran cantidad de especies nuevas, momentos únicos y el marco inigualable de la nieve alrededor de todo.
Este relato está centrado en el día de ida, aunque incluyo las últimas fotos que hicimos el miércoles 6. Pero antes que todo, la llegada: vuelo Valencia-Madrid, encuentro con los guías y compañeros de viaje, retraso en el vuelo Madrid-Helsinki, las maletas se pierden por el camino, carrera por el aeropuerto de Helsinki (hubo un momento en que creí haber perdido la documentación y por poco me quedo allí) y, por fin, llegada a Ivalo (Finlandia) y una buena cena reconstituyente a base de hamburguesa de reno.
Al día siguiente hicimos varias paradas en Finlandia, principalmente en el restaurante "Neljan Tuulen Tupa" donde existen varios comederos para paseriformes cebados continuamente. El protagonista indiscutible aquí es el camachuelo picogrueso (Pinicola enucleator), con decenas de ejemplares visitando los comederos. Aquí pudimos disfrutar de los coloridos machos sobre la nieve, las peleas entre ejemplares... Un buen comienzo.
Pero la cosa seguía: no tardaron en aparecer por allí los preciosos pardillos norteños (Acanthis flammea) y árticos/de Hornemann (Acanthis hornemanii), difíciles de diferenciar entre sí, aunque los de Hornemann, más pálidos y menos marcados por debajo, eran los más abundantes. Ambas especies eran muy confiadas, ocupando despreocupadamente los comederos ante los 13 fotógrafos españoles allí reunidos.
El carbonero lapón (Parus cinctus) también nos regaló grandes momentos durante su breve aparición. También había carbonero común, muy bonitos pero claro, normal que el lapón llame más la atención cuando no es algo que veas todos los días.
Por último, aunque no vimos demasiados y eran bastante tímidos, los arrendajos funestos (Perisoreus infaustus) se decidieron a posar un rato mientras se dirigían al tocino estratégicamente colocado para ellos. Un ave preciosa, aunque, como suele pasar con los córvidos, no siempre han gozado de muy buena prensa.
El comedero estaba muy bien y además te daban de desayunar, así que pasamos un buen rato... excepto cuando una mujer alemana nos espantó a todos los bichos al pasar junto a los posaderos sin ningún miramiento. A esta misma mujer tuvimos que ayudarla para que no resbalase y se partiera la crisma, convirtiéndose en la primera anécdota del viaje.
El resto del día fue más paisajístico, con lagos y cascadas congelados, extensos bosques de coníferas, un bonito fiordo... y una fuerte nevada, ya en Noruega, mientras nos tocaba esperar hora y media a la quitanieves; cuando clareó un poco estuvimos pajareando para hacer tiempo y vimos dos carboneros montanos (Parus montanus), últimas aves de la taiga antes de ponernos en marcha hacia el puerto de Batsfjord y sus eiders, teniendo de camino otro momento memorable cuando otro conductor frenó en seco y casi nos quedamos atrapados en la nieve; incluso hubo que empujar para desencallar una de las furgonetas.
El resto de días transcurrieron más o menos sin inconvenientes, aunque ya iremos viendo que alguno más hubo... y muchísimos más avistamientos de fauna nórdica. ¡No os lo perdáis!
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