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lunes, 20 de junio de 2022

Roquero solitario (Monticola solitarius), curruca tomillera (Sylvia conspicillata) y más en Alpuente (Valencia).

 Viendo el poco tiempo de que dispongo para mantener esto medianamente actualizado, he pensado seguir con el blog, pero entradas más cortas y concretas (no las típicas en que aglutino varias salidas), y que iré subiendo conforme tenga tiempo, que entre el trabajo y demás se hace difícil. En esta ocasión, para demostrar que a pesar de todo no decaerá la calidad, una calurosa mañana de hide en la que disfruté principalmente, como indica el título, del roquero solitario y la curruca tomillera, pero también gorrión chillón (Petronia petronia), collalba rubia (Oenanthe hispanica) y una familia de colirrojos tizones (Phoenicurus ochuros) como más destacado. 

El que más me hizo disfrutar, con su color azul marino, fue el roquero solitario, con un ejemplar que visitó el hide al menos dos veces. Ya lo había visto antes, pero es distinto cuando lo tienes justo delante y puedes fijarte en los detalles; un bicho espectacular, aunque su primo el roquero rojo (Monticola saxatilis), a quien está orientado el hide, no apareció por allí.

Roquero solitario. Durante todo el tiempo estuve viendo este macho.



La curruca tomillera me parece de lo más bonita, pero a la vez es muy complicada de retratar: utiliza sus posaderos poco tiempo (fuera de la época de reproducción) y tienes escasos segundos para "afotarla", lo que considero aumenta el valor de fotografías como esta. Habrá más currucas próximamente, este verano me las he propuesto como reto.

Curruca tomillera.

En cuanto al resto, pues no suelo ver gorriones chillones; también son bastante llamativos y se disfrutan bastante, aparte del hecho de no tener nada que ver con otros gorriones en cuanto a morfología y plumaje. Lástima que la mayoría acudieran a partir de las 10:30-11:00...

Gorriones chillones.



Por lo demás, poca cosa; estas tres fueron las que más disfruté dado que no suelo verlas. Los colirrojos tizones es agradable verlos con crías, pero por lo demás es una especie común. También acudió un mirlo (Turdus merula), carbonero común (Parus Major) y varios pardillos (Carduelis cannabina). Una mañana bastante entretenida, pese a no haber visto al roquero rojo y el calor cuando salí.

Colirrojos tizones.



Pardillo hembra.

Cogujada común (Galerida cristata).


Carbonero común.



Collalba rubia.

Una crónica más concisa de lo habitual, pero tengo que seguir esta línea, demasiadas cosas en la cabeza para seguir como antes, pero aún con ganas de compartir por aquí.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!

"Cutre-foto" de un abejaruco (Merops apiaster) cercano a la salida del hide. También había varias culebreras (Circaetus gallicus) y un corzo (Capreolus capreolus) por la zona.


jueves, 2 de diciembre de 2021

Un frío sábado en Gallocanta.

El pasado 28 de noviembre, y aunque las previsiones del tiempo no eran muy buenas por la zona, visitamos después de mucho tiempo la laguna de Gallocanta, a caballo entre Teruel y Zaragoza y esta vez más llena de grullas que nunca recuerde, con un censo oficial de 20000 grullas pero que sospecho que era mayor, además por las copiosas lluvias y nevadas no se había podido censar aquella semana y, por tanto, mi teoría se sostiene. Fue un día de esos que se pasan volando en el campo, viendo bichos por todas partes; aunque con tiempo desapacible (mayormente nublado, viento, lluvia, incluso un par de nevadas...) una buena decisión, entre otras cosas porque nunca había visto aquello rodeado de nieve y merece mucho la pena y, principalmente, porque el año pasado no pudo ser.

Camino a Gallocanta.

Este año sí ha podido ser y, además, en una laguna muy cambiada, repleta de agua y rodeada de sierras nevadas. Ya nada más llegar se veían grandes bandos de grullas (Grus grus), sobre la carretera y en los campos, y así fue hasta llegar al centro de interpretación, desde donde también vimos bastantes vuelos; pero lo mejor fue este par de grullas justo al lado de la carretera, justo en un arcén ancho donde se podía parar con seguridad, no como otros visitantes parados en medio de la carretera para sacar fotos... en una carretera asfaltada y de dos sentidos, pienso que lo que hay que hacer para no obstaculizar la circulación y, principalmente, evitarnos cualquier susto es apartarse, que al no haber quitamiedos hay sitio de sobra y no faltan caminos de tierra donde detenerse tranquilamente y observar. Aparte de esto que yo considero una temeridad por parte de algunos, un placer volver a ver grullas después de tanto tiempo, además tan cerca como me tiene acostumbrado el lugar.

Grullas.



Bajo el aguanieve.

Siempre me sorprenden sus formaciones en vuelo.


Antes de seguir con el plan y dar la vuelta a la laguna y sus miradores tuvimos que parar dos veces por las nevadas, pero enseguida se retiró la tormenta y, aunque estuvo nublado y con un viento horrible, se podía continuar si problemas, con una visibilidad excelente del paisaje y las aves, no solo grullas: también avefrías (Vanellus vanellus), gansos (Anser anser) y varias especies de paseriformes y demás pajaricos. Atentos al rosal con varios trigueros (Millaria calandra) y pardillos (Carduelis cannabina), que ni se inmutaron con el coche justo al lado.

Nevada breve pero intensa. Suerte que fue así y, además, nos regaló esta estampa.

Un periódico ponía la propia Laguna como sitio para ver la nieve el pasado fin de semana... más de uno se llevaría un chasco.

Trigueros, pardillos (ojo que de estos últimos hay dos).

Ánsar común.

Corneja (Corvus corone).

Avefría.

Cómo no...



Cucharas europeos.


El plan de visitar los miradores siempre están bien porque tienes excelentes vistas de la laguna y las aves, en este caso grullas, flamencos (Phoenicopterus roseus) y cucharas (Anas clypeata). Otro dato interesante fue la fugaz observación de una hembra de aguilucho pálido (Circus cyaneus), lo suficiente para ver su característico obispillo blanco, compensando la ausencia del grupo de corzos que vimos la última vez (Enero de 2019, fijaos si había pasado tiempo).

Flamencos.

Grullas.

Una de las cosas que más me gustó fue sacar a las grullas con nieve.

La viva imagen de la soledad.

Terminada la vuelta completa a la laguna y dirigiéndonos a Bello a comer nos encontramos esto en mitad de la carretera:

Era difícil ver aquello y no sacar alguna que otra foto, aunque llegásemos a comer un poco justos. Siempre que vengo me sorprenden los gigantescos bandos de grullas que llegan a formarse entre la laguna y los campos donde se alimentan, además de las concentraciones de aves posadas que llegan a ser muy importantes. Desde luego, queda claro lo importante que es el lugar para las aves.


Después de comer, ya de camino a casa, vimos varios grupos familiares de grullas, de los que ya he puesto alguno por arriba. Suelen componerse de la pareja y sus pollos ya crecidos, "adolescentes" que les digo yo, los cuales acompañan a sus padres hasta las zonas de invernada y aprenden el camino para los próximos años. Saqué algunos retratos cercanos de una de estas familias, así como varias grullas en vuelo bastante majas.


Juvenil.

Adulto posando con aires de grandeza.


Las únicas fotos del día con sol.



Las últimas imágenes de la entrada se corresponden con el intento de visita al castillo de Peracense, por lo visto muy bonito pero al que no pudimos ni acercarnos por la nevada que caía; esta vez sí que cuajaba y no llevábamos cadenas así que era el momento de irse, pero antes hicimos algunas fotos, vídeos, etc. tanto del fenómeno como de la anécdota. Y esta vez, aunque no hay foto, sí vimos un corzo.

No es el castillo pero...

Bueno, hasta aquí la visita a la cuenca de Gallocanta, tan potente y atractiva como cada invernada, pero ya aviso de que se avecinan cosas jugosas, relacionadas con la invernada también.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!