Otro rincón de Albacete con mucho encanto, aunque no suelen verse muchas aves, es el Nacimiento del Río Mundo: una serie de preciosas cascadas en un igualmente fotogénico entorno rupícola. Además, aquí cerca, durante el grado superior tuve la oportunidad de visitar el centro de educación ambiental "La Dehesa" durante un curso impartido por Carlos Sanz, cámara de Félix Rodríguez de la Fuente y defensor del lobo. Con él también tuvimos ocasión de interactuar con Uccio,un precioso macho de lobo adiestrado para estos fines. Por las noches pasaban otras cosas pero mejor que se queden allí, jajaja.
Para terminar con La Mancha, un bonito viaje al Parque Nacional de Cabañeros donde, a pesar de no ver muchas aves, nos llevamos recuerdos como las grandes manadas de ciervos, los amaneceres (y atardeceres)... Mención aparte la horrible experiencia de nuestro alojamiento, sobretodo por parte de la recepcionista, que, entre otras cosas, nos aseguraba que no podíamos cenar allí porque no tenían nada pese a tener cafetería; por supuesto, tal como nos dijo el camarero, podíamos comer algo allí. En fin, en todas partes hay gente para todo... desde luego no volvemos a alojarnos allí.
Además yo empezaba a pajarear por aquella época, y, paliando un poco la pésima experiencia en el alojamiento, observé cerca mis primeros rabilargos ibéricos (Cyanopica cyanus) y alguna coseja más (no pongo muchas fotos porque tengo pocas buenas). En el propio Parque vimos buitre negro (Aegypius monachus) y aguilucho pálido (Circus cyanus) como más destacable; las fotos son pésimas, pero hay alguna de los buitres).
Castilla y León es, sin duda, la que más me gusta de las dos comunidades: todo tipo de hábitats y gran cantidad de especies, tiempo fresquito en verano, senderismo allá donde vayas... Llevo muchos año yendo por allí, principalmente Segovia y Ávila, donde no sabiendo demasiado llegué a anotar un considerable número de especies, aparte de varios rincones con muchísimo encanto.
Hace poco profundicé mucho más por estas tierras yendo a la Montaña Palentina, lugar magnífico donde los haya para disfrutar de la imagen de grandes picos calizos rodeados de extensos hayedos y robledales. Antes de empezar, una breve mención a la empleada del hostal donde nos alojamos, quien, además de preparar unos desayunos riquísimos, nos hizo reír a base de bien con sus ocurrencias, algo muy propio de la gente de la zona por cierto. Por la zona hubo varias aves que yo nunca había visto y que, por lo tanto, fueron protagonistas de aquel viaje: carbonero palustre (Parus palustris), escribano cerillo (Emberiza citrinella) y alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio).

Mención especial merecen los mirlos acuáticos (Cinclus cinclus) de Aguilar de Campoo, los más accesibles para fotografiar que he encontrado hasta ahora.
Para terminar con Palencia y, por tanto, con la entrada (de León ya os hablé hace poco), algunas mariposas, incluyendo un muy buen pepinazo para mi, que aquel año se veían muy bien.
Y esta ha sido, hasta ahora y junto con este verano por León, todas mis experiencias castellanas; me queda mucho que ver por allí, así que toca ir volviendo y disfrutando de algunas de las zonas más amplias de España.
En fin, un saludo y...
¡Nos vemos en las tierras silvestres!