domingo, 29 de noviembre de 2020

Otoño en la comunidad valenciana (Parte 3ª y última).

 Digo que va a ser la última entrada otoñal porque en nada empieza el invierno; de hecho, en próximas entradas ya veréis heladas matutinas, tormentas y ambientes bastante fríos y con escaso sol. En esta pretendo mostrar un par de paseos por la provincia de Valencia; aunque podría irme a Castellón o Alicante, eso ya lo hice hace varias semanas y, además, las próximas navidades lo más seguro es que vuelva a una de las dos. El caso es que siempre viene bien salir por tu propia provincia, sobre todo si te encuentras con este tipo de lugares:

Barranco de la Hoz.

Río Júcar.

Así es, cambiamos la tónica de las entradas anteriores para pasar de zonas húmedas y bosques mixtos a los imponentes cortados calizos que dominan el interior de Valencia; en todos los casos a 1 hora (o menos) de casa. El primero de ellos es el barranco de la hoz, en el término municipal de Alpuente. Se trata de un pequeño, aunque imponente, cañón fluvial jalonado de chopos, sauces, olmos... que en otoño muestra un espectacular colorido. Algo que sin duda ya habréis notado arriba, pero aquí abajo lo veréis con mayor detalle.




Los alrededores, aunque con menor cromatismo, también merecen una mención, con sus sauces y chopos dispersos, aparte de la bonita panorámica del pueblo.


Alpuente.


Niebla sobre tierras aragonesas.

Más adelante profundizaré en el tema bichero.


El pueblo en sí merece mucho la pena. Enclavado entre las peñas y con un amplio bagaje histórico (habitada por pobladores árabes, romanos...) y prehistórico, por la cantidad de fósiles, icnitas... descubiertos tanto en el pueblo como en los alrededores, bien merece una visita. Además, si callejeáis por allí, descubriréis rincones con muchísimo encanto... si los moteros os lo permiten.


Algunos planos de la iglesia, que, por cierto, fue mezquita hasta aproximadamente el S.XII.

Alberga una buena bandada de paloma bravía (Columba palumbus).



Restos de la antigua muralla en medio del pueblo, prueba de su importancia cultural.




Ya habréis visto la foto de más arriba, la gran concentración de buitres leonados (Gyps fulvus) sobrevolando el barranco. Calculo que habrá alrededor de 15 en la foto, aunque en total veríamos unos 30... toda una novedad para alguien que, como yo, vive en la costa. Las fotos no son nada del otro mundo, pero alguna se salva.

Muy malas y a contraluz, pero esta de arriba tiene algo que me gusta.

De estrangis, algunas fotos de paisajes.



Así da gusto.

Entre tanta necrófaga un infiltrado: el busardo ratonero (Buteo buteo).

En otoño-invierno, pasearse por zonas altas como picos, castillos y demás atalayas implica, casi con total seguridad, encuentros con el acentor alpino (Prunella collaris), en este caso 3 ejemplares que vi en distintas zonas del pueblo. Tened en cuanta que Alpuente está a 1000 metros de altitud (no sé si lo había comentado antes; si no ya lo sabéis). El acentor alpino es una de mis aves favoritas, y todos los años salgo al monte a buscarlo cuando llega el frío; pronto volveré a hacerlo, el material que tengo hasta ahora no me acaba de convencer.

Algo que los hace especiales es que parece que posen. No son nada tímidos, por lo que es fácil acercarse a verlos.


Lo admito, le he subido un poco el brillo. 

Entre los acentores esta cogujada común (Galerida cristata), también muy bonita.

Mosquitero común (Phylloscopus collybita).

Después de comer estuve pajareando un rato por La Torre (en el restaurante homónimo se come muy bien, todo hay que decirlo), donde buscando mirlos capiblancos vi bastante zorzal común (Turdus philomelos) y charlo (Turdus viscivorus). De esto pondré pocas fotos porque ya estuve en febrero e hice un reportaje sobre el extenso sabinar de Alpuente.

Acueducto de Alpuente (S.XVI-XVII)

Zorzal charlo (Creo; si me decís que es real me llevo una alegría, aunque lo dudo mucho).

Fantástico entorno que veréis mejor pinchando aquí.


La siguiente parte de la entrada se centra sólo en los paisajes, ya que se corresponde con una ruta de 21 kilómetros y bastante desnivel, por lo que pájaros solo oírlos (petirrojo, pinzón, lavandera cascadeña...) De todas formas, espero que os gusten, para empezar, los paisajes formados por el río Júcar en Cortes de Pallás.




La niebla nos acompañó gran parte de la mañana, sobretodo antes de alcanzar la Muela de Cortes; magnífica altiplanicie cuya gestión cinegética como Reserva Nacional de Caza nos regala bonitas historias como las cabras montesas abatidas y enterradas en cal viva por la superpoblación (provocada por la demanda de trofeos) una ridícula balsa cuyo hormigón nos recuerda que, en vez de un entrono natural, es una reserva de caza... corramos un tupido velo. El día, aunque nublado, nos dio una tregua para observar los meandros y cañones del río Júcar, el castillo de Chirel y demás regalos que nos ofrece el sendero, todo en un ambiente muy mágico y, esta vez, sin cazadores (Bieeeen!!!).


Cornicabra (Pistacea terebinthus).



Castillo de Chirel, con importancia histórica al haber sido punto clave en la revuelta de Al-Azraq (1247-1277). Lo que no encuentres hoy en internet, jajajajaja.


Fresnos (Fraxinus ornus) y, en menor medida, arces (Acer opalus subsp. granatense) dan color a los cortados.




Las vistas del río son una auténtica pasada. Quien tuviera algo así en su pueblo.


Me gustó el efecto de las ondas de la embarcación. En fin, yo soy así.

Esta me recordó a cierta película de terror (no diré cual para evitaros spoiler).


El entorno está dominado por altísimas atalayas, por las que accedimos a la muela de cortes. Una vez arriba, la niebla sobre los valles nos ofreció una experiencia única, que dudo mucho que se me vaya a olvidar nunca. Menudo mar de nubes...:





Os podéis imaginar lo difícil que ha sido hacer criba entre estas imágenes. Lo dicho, un auténtico mar de nubes, con sus islas, acantilados...





A pesar de la presión cinegética, las llanura de la Muela es impresionante. Lástima que no sorprendiésemos a ninguno de sus habitantes (Cabra montesa, ciervo, muflón...). Muchos introducidos con fines económicos, claro está; si no, puedo aseguraros que nadie movería un dedo por estas especies. Triste pero cierto.



Ya no os robaré mucho más tiempo; después de la muela y sus llanos visitamos una cascada sobre travertinos; con poca agua pero espectacular el paraje, lástima que un grupo de domingueros hubiese elegido comer justo allí, quitándole encanto a la experiencia con su vocerío. Eso sí, antes disfrutamos mucho de los cortados calizos.

Espectacular rodeno (Pinus pinaster).


Toba calcárea.

La cascada y su bonito entorno. Sitio para volver (entre semana jejeje).




Decidme que no es bonito.

Nogal (Juglans regia) de varios troncos.

Después de dos días como estos, y ya con las pilas completamente cargadas para salir este puente de Diciembre y seguir descubriendo la Comunidad, me despido hasta la próxima entrega, ya más en la tónica habitual del blog. Hasta entonces, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!

Bonito atardecer.