sábado, 9 de enero de 2021

Los hides de la Sierra de Mariola.

 Primera entrada de este 2021, aprovechando ahora que el mal tiempo no invita a salir demasiado (lo que no significa que pronto no saque por aquí material nuevo de estas semanas). Esta vez os presento una serie de escondites fotográficos, gestionados por la fundación Victoria Laporta, en la sierra de Mariola. Acerté bastante con la fecha, ya que en estos momentos están confinados la mayoría de municipios de la sierra, y el día, que, aunque muy frío, estuvo despejado todo el tiempo; eso sí, en el hide todo el rato con la mantica, jejeje. Me hacía ilusión sobre todo poder ver águilas reales de cerca.

Águila real (Aquila crysaetos).

Antes de continuar, por muy tentadora que sea la foto del principio, hablaré un poco del entorno: se trata de una sierra caliza del sistema bético, con varios picos que superan los 1.000 metros de altitud, siendo el más alto el Montcabrer (1390 msnm). Con un clima mediterráneo, pero algo más continental por la altura, los inviernos son fríos; de hecho nieva todos los años. El día que fui yo empezó el día con -7 grados, llegando solo a los 8 sobre cero; de hecho, en el otro hide que visité el agua estaba completamente congelada como veréis. La vegetación es muy variada, principalmente pinares y bosquetes de carrasca, aunque destacan las poblaciones de tejos y, en las umbrías, gran cantidad de árboles y arbustos como arces, fresnos, guillomos, sauces, robles, durillos... En zonas altas, así como de desmontes y zonas de valle, abundan arbustos típicamente mediterráneos como el enebro, la lavanda, distintos tipos de jara... Gran cantidad de rutas recorren sus parajes, muchas de ellas preciosas como, por ejemplo, la ermita de Santa Bárbara o la subida al Montcabrer.


Aunque la rapaz más abundante es el buitre leonado (Gyps fulvus), el águila real, primera protagonista del día, también habita en estas sierras; la perdicera también, pero en menor proporción, aunque por lo que me dijeron a veces entra al hide. Las águilas se atraen al mismo con cadáveres congelados de conejo, en un posadero al que acuden asiduamente ambos miembros de una pareja. Creo que en las fotos se ven dos individuos distintos, pero entraban de una en una y no estoy seguro.


La primera observación, alrededor de las 9:30, estuvo bastante bien, con varios retratos bastante chulos y las primeras tomas del águila comiéndose al conejo. Tener un ave tan imponente tan pocos metros es una experiencia inolvidable, que espero repetir con más especies cuando se pueda.




La primera foto en vuelo: no me dio tiempo a encuadrar, pero después hubo más oportunidades.

Mientras no había águilas fotografiaba el paisaje mediterráneo de estos lares, dominado por pinares y moles graníticas.



Los siguientes encuentros, con una luz más potente entrando de espaldas al hide, fueron mucho más intensos, fotografiando a las aves al menos durante 3 horas en sus idas y venidas. Tengo que decir que la orientación del escondite era de 10, tanto por la luz como el magnífico escenario donde comían las águilas. Sobre esto último, algunas imágenes son bastante "gore", así que si sois algo sensibles quizá os afecte un poco la sangre; por lo demás, son unas imágenes que espero que disfrutéis, de nuevo con el Nikon 200-500 alquilado por unos días. Recomiendo encarecidamente agrandarlas, sobre todo la antepenúltima, que tengo de fondo de escritorio.










Ahora sí, unas buenas fotos del aterrizaje.


Y del baño de sangre.



Enebro (Juniperus oxycedrus).

Otro aterrizaje.





La disfruté durante toda la mañana, hasta que se fue volando a otra parte.

La finca donde estaba dispone de bastantes hides, incluso un par de muflones (Ovis musimon) que espero probar con el tiempo, tan satisfecho he quedado con la jornada. Lo siguiente que hice fue probar un hide-bebedero para paseriformes que, aunque poco agraciado al ser principalmente metálico, está muy concurrido, con bastantes especies yendo y viniendo. Cómo no, yo empiezo con las que más me gustaron: el picogordo (Coccothraustes coccothraustes), y, toda una novedad para mi, el zorzal alirrojo (Turdus iliacus).

Zorzal alirrojo.

Picogordo.


En el hide también entraban muchos zorzales común y charlo. Los primeros, menos abundantes, con su complexión delgada y su pecho con motas en "punta de flecha".

Zorzales comunes (Turdus philomelos).



Los charlos (Turdus viscivorus), más robustos y con motas grandes y redondeadas.






Después de esta pequeña presentación, decir que el hide está muy bien orientado también, aunque con la luz del atardecer algunas fotos salieron algo quemadas. Es lo que tiene estar todo el día fotografiando. A continuación el resto de pajarillos (aparte de los enromes arrendajos) que observé hasta que se me fundió la batería y me volvía para casa.

Herrerillo capuchino (Lopophanes cristatus), párido muy común por estas sierras. Supera en número tanto a comunes como a garrapinos.


Verderón común (Carduelis cholris).

Piquituerto (Loxia curvirostra). Machos.


Hembras.


Carbonero común (Parus major).

Carbonero garrapinos (Parus ater), muy confiados en el entorno del hide.


Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) patinando.

Mirlo (Turdus merula) macho.


Los arrendajos (Garrulus glandarius) son claramente los amos del cotarro. Cuando aparecen, el resto de pájaros se esfuman.

Son una pasada.


Precioso herrerillo común (Cyanistes caeruelus).

Ardilla roja (Sciurus vulgaris) en una pose bastante cómica.




Petirrojo (Erithacus rubecula).

En estos tiempos de incertidumbre ningún regalo navideño podría haberme sentado mejor que una visita a estos hides y, de regalo, casi una semana entera probando el potente 200-500. Poco más se puede pedir. Para terminar, agradecer a Vicent y Luis, que me atendieron durante la jornada, este día tan loco de fotografía y observación del que me llevo la preciosa novedad del zorzal alirrojo y al picogordo, que no contaba con ver este año. Una forma perfecta de terminar este extraño 2020, y empezar el 21 con las pilas cargadas.

No me enrollo más; entre el texto y las fotos ya he hecho bastante. En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!

La última foto desde el hide.