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lunes, 7 de junio de 2021

Hostal Almanzor, un alojamiento especial para pajareros.

 Normalmente no escribo reseñas sobre los alojamientos en que me hospedo durante mis escapadas y viajes, como mínimo algún comentario general; básicamente son lugares para descansar. Pero el Hostal Almanzor es mucho más que eso: se trata del único alojamiento de nuestro país con acceso directo a un hide (gratuito para los clientes alojados) y, además, dispone de otro en la propia finca para fotografiar carroñeras y otras rapaces. A estas instalaciones fotográficas habría que añadirles el jardín, donde no es difícil encontrar otras especies de aves, y el asesoramiento de los propietarios del hotel, pajareros locales, a la hora de salir a buscar aves por la Sierra de Gredos. De esto último ya hablaré en la próxima crónica, de momento empezamos con el hide gratuito del hotel. Está pensado para pájaros pequeños, pero también acuden pico picapinos, arrendajo y otros invitados más especiales.

Claramente las expectativas que tenía sobre esta instalación eran muy altas, y aumentaron mucho más según iba viendo como se cumplían e incluso mejoraban durante mi estancia. La primera tarde que estuve alojado, aunque algo nublada y desapacible, ya me quedó claro que aquel hide sería muy recurrido durante los ratos muertos. Lo primero que pude observar fue un macho de picapinos (Dendrocopus major) al que se unieron varios congéneres durante los siguientes días.

Pico picapinos.



Lo siguiente que destacaba, aunque se ven cientos en las ciudades, eran las tórtolas turcas (Streptopelia decaoto), evidentemente de lo más confiadas.

Tórtolas turcas.


Aunque los pequeños pajarillos, la mayoría forestales, eran los más abundantes. Ya ese primer día disfruté de un precioso escribano montesino (Emberiza cia) y varios machos de pinzón vulgar (Fringilla coelebs) con su preciosa coloración de primavera-verano.

Escribano montesino.


Pinzón vulgar.


Los gorriones comunes (Passer domesticus), verderones (Carduelis chloris) o estorninos (Sturnus unicolor) no son tan llamativos, pero al entrar también en el hide también hay bastantes fotos.

Gorrión común.

Verderón.

Estornino negro.

El siguiente día fue muchísimo más productivo, empezando con lo que hice por la mañana... Eso ya se hablará en otra publicación: esta vez estuve bastante más tiempo y hubo bastantes novedades, como el trasiego de arrendajos (Garrulus glandarius) por la zona:

Arrendajos.



Por lo demás, el elenco de pajarillos muy similar al del día anterior, esta vez con mejor luz.

Escribano montesino.



Tórtola turca.

Gorrión común hembra.

Macho de picapinos.

Hembra.

Todas estas aves las disfruté junto a Ignacio, otro pajarero alojado aunque menos tiempo que yo; en todo caso una persona muy agradable y un pacer haber compartido ese rato con el. Sobre todo teniendo en cuenta lo que disfrutamos con este otro invitado:

Zorro (Vulpes vulpes).

El motivo de que este amigo se pase por las instalaciones es que Luis Alfonso, el propietario del hotel, deja una pieza de carne en el hide a disposición de un milano real al que le falta un ojo. De esto también se aprovechan varios milanos negros y este simpático zorro. Todo un lujo de observaciones y fotografías de un animal francamente difícil de ver en estado salvaje.


La siguiente tarde lo volví a ver:



Y a este joven milano negro (Milvus milvus) que también acudió a por la carne. Precioso animal:


Y más fotos de pajarillos durante esta última tarde en Gredos y la mañana siguiente:

Pinzones vulgares.


Gorriones comunes.


Herrerillo común (Cyanistes caeruelus).

Las terrazas de las habitaciones, además de inmejorables vistas hacia la Sierra, brindaron más avistamientos de milanos y otras rapaces, además de escucharse al anochecer al autillo (Otus scops) y al cárabo común (Strix aluco) entre los rebuznos de varios burros.

Sierra de Gredos.




Milano real (Milvus milvus).

Milano negro.

Y, aunque no estuve mucho tiempo por el jardín, bastó para varios agradables paseos y el fugaz encuentro con un par de papamoscas cerrojillos (Ficcedula hypoleuca).

Papamoscas cerrojillo.


El jardín también cuenta con imágenes de las distintas aves que frecuentan la finca.



Un pequeño descuido: los carboneros garrapinos (Parus ater), como en todo pinar que se precie, andaban por la zona, y también fotografié alguno:

Carbonero garrapinos.

Por último, me gustaría recomendar este hotel: si te gustan las aves este es tu alojamiento. Los hides muy bien montados; el de las rapaces no me dio tiempo a probarlo pero muy asequible (25€ si estás alojado, 60 si no) y ya habéis visto todo lo que se ve desde el gratuito. Los dueños, Loli y Luis Alfonso, muy simpáticos, además al ser de la zona dan muy buenas recomendaciones para pajarear, senderismo, etc. e información detallada sobre donde ver cualquier cosa (que esté en Gredos claro). Por lo demás el hostal es antiguo pero todo está muy limpio y es bastante cómodo, en contra de lo que dicen muchas críticas sobre que está muy sucio, es viejo... en fin. Y por cierto: las tapas espectaculares... lástima no haber hecho alguna foto.


Nada más que contar en esta primera entrega sobre un viaje que ha dado mucho de sí: después de mucho tiempo sin poder hacer algo así, ha ido muy bien la cosa como iréis viendo.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!

sábado, 23 de mayo de 2020

Parques y zonas verdes de Alboraya.

La verdad es que nunca me había puesto en serio a bichear por los parques de Alboraya, más bien salgo por la huerta, el Barranc y la zona de costa. No os engañéis, sé perfectamente lo que se puede ver y lo que no en cada parque; lo que pasa es que nunca me había planteado coger prismáticos y cámara y ponerme a explorar parques por aquí. Ahora el día alarga, y aprovecho las horas de menos calor (a partir de las 20h. hasta que se pone el sol) para visitarlos, cámara en mano. Básicamente tenemos 2 grandes zonas verdes, aparte de las alamedas, parterres, etc., y estos días están bastante masificadas, pero algo se puede sacar, obviamente. La mejor opción y, por tanto, la que escogí el primer día fue el parque de la estación de Palmaret, ya muy cerca del límite municipal con Valencia. Es una zona pequeña, aunque bastante arbolada, cuya mayor ventaja es su escasa afluencia (solo un grupo de chavales y un hombre paseando). Aquí es fácil ver, aparte de los omnipresentes gorriones, una buena variedad de fringílidos y otras aves como el petirrojo europeo (Erithacus rubecula) al que oí cantar o las escandalosas cotorras de Kramer (Psittacula kramerii).
 

Tórtola turca (Streptopelia decaoto). El ave más común del entorno, sin duda, como en muchos otros lugares.

Los verderones (Carduelis chloris) se hacen más de rogar. Con esta luz parecen oro puro.


Gorrión común (Passer domesticus).

Esta especie de arbusto no tengo ni idea, pero sus frutos parecen de fantasía.

Después me fui por una pequeña pinada donde no salió nada interesante y unos caminos de huerta donde ya no cabía nadie más. Aquí, aparte de los típicos urbanitas que cogen hortalizas de campos privados, pude ver muchas golondrinas y un cernícalo vulgar (Falco tinninculus). Poca cosa más, y la situación no cambiaba, así que fui volviéndome a casa. Por el camino vi un grupo familiar de carbonero común (Parus major) que me alegró la tarde y bastante nido de avión común (Delichon urbicum), aparte de los preciosos atardeceres de huerta que tanto me gustan.

Eneas en una acequia.

Cernícalos vulgares.


Golondrina sobre tendido.

Magnífico atardecer hortelano.
 
Carboneros comunes.



Se me iba yendo el día.



 

Dos días después decidí que podría meterme un poco por el enorme Paseo de Aragón, que, pese a la cantidad de gente que pasea, corre, etc. por él, siempre está lleno de aves, principalmente gorriones y mirlos pero con presencia habitual de verdecillo y jilguero. Además, es una zona ajardinada preciosa.
Un pequeño dato histórico: aquí se encuentra el Puente del Moro, construcción del siglo XV que fue trasladada aquí pieza a pieza en los años 90.

Mirlo (Turdus merula). Ellos sí pueden acceder a zonas de juegos, jajaja.

Gorrión joven.
 
Hembra.

Las omnipresentes tórtolas.


Avión común (Delichon urbicum). Al darle el sol parece una dáurica.
 
Puente del Moro.
 
Esta masía creo que se alquila para bodas.

De aquí me fui andando hacia una zona donde es fácil ver urracas posadas (sí, me fui a ver urracas, así soy yo) por una pequeña alameda donde solo vi gorriones, uno de ellos bien cerca, eso sí:

Precioso gorrión.



Dientes de león.

Gaviota patiamarilla (Larus michaellis), supongo que mudando.

La urraca y el Boeing.
 

La última que vi se posó en el término municipal de Valencia, y no pintaba que fuese a volver.
 

Como ya sabía yo que la urraca no iba a volver a posarse cerca, di por concluida la excursión y me fui recogiendo, por un camino diferente en que no faltaron aviones comunes y, por supuesto, los atardeceres, esta vez más urbanos.

San Miguel de los Reyes al fondo.
 

Vencejo común (Apus apus).

Araucaria.

Las entradas de después del confinamiento son bastante breves, para lo que yo acostumbro; eso es, entre otras cosas, porque no tengo mucho material por estar en un solo municipio. A ver si la situación cambia pronto. Por cierto, aprovecho para incluir una foto de los carteles que estos días han puesto por la huerta. Son cosas de cajón, pero ante la epidemia de saqueos a huertos y jardines particulares, perros sueltos en medio de campos recién plantados, etc., pues así están las cosas. Desde luego somos la repanocha.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!

Que haya que recordárselo a la gente.