lunes, 20 de abril de 2020

Árboles ibéricos: De hayas y hayedos.

Ya de entrada reconozco que soy bastante friki de este tipo de bosques y su composición. Primero por su belleza, y es que cuando te metes en un hayedo parece que te embruje con su frondosidad y frescura; si lo visitas en otoño, es simplemente brutal, como luego veremos, e incluso en pleno invierno es precioso ver sus rojizas copas en las faldas de las montañas. Aparte del tema estético, son unos bosques norteños muy interesantes por su elenco de especies, encabezado por las omnipresentes y dominantes hayas (Fagus sylvatica). Obviamente no he visitado ninguno recientemente, pero mi "querencia" por este tipo de bosques ha desembocado en una colección de imágenes para aburrir, así que... ¡A olvidar los problemas y sumergirse en este particular viaje a través de nuestros hayedos!

Hayedo en las faldas de Ordesa. En primavera temprana, las hojas recién brotadas les dan una preciosa tonalidad esmeralda.
 
El mismo bosque, visto desde arriba. Crece en altura hasta que los sustituye el pino negro (Pinus uncinata)
 
El haya, principal componente de estas masas, son árboles de unos 30 metros, aunque excepcionalmente pueden alcanzar los 40. En bosques densos presenta un porte columnar, mientras que en bosques aclarados o ejemplares aislados adopta una forma rechoncha, con ramas abundantes. La corteza es muy característica, de un tono gris claro, e irá agrietándose hasta el habitual ahuecamiento del tronco en ejemplares más viejos. Hojas planas, rodeadas de una característica vellosidad. Suelen crecer de forma horizontal alrededor de las ramas, lo que crea condiciones muy umbrosas en los hayedos densos. Las yemas, de gran tamaño, son acuminadas (en "punta de lanza") y de color rojizo, igual que muchas de sus ramas; esto último facilita su identificación en invierno. Sus frutos, o hayucos, tienen forma de tetraedro, y, a modo de curiosidad, son muy buscados por la fauna silvestre; en un estudio sobre 234 ejemplares de jabalí en los pirineos se demostró que su dieta se componía en un 70% de estos frutos.

Algunos ejemplares en Ordesa...

 

 
Un bosque estupendo, muy recomendable si pasáis por allí. Lo encontraréis en la subida a la famosa Cola de Caballo.
 
Detalle de las ramas (Montaña palentina).
 
Hojas (Irati).
 
Como ya se daba a entender, las condiciones umbrías que genera la especie limitan mucho el crecimiento de otros árboles y arbustos. Las especies perennes como tejos, acebos, pinos silvestres o abetos (también píceas en el centro y este de Europa) suelen aparecer en hayedos; también algunos caducifolios como el álamo temblón, aunque tienen muchas dificultades para proliferar aquí. Como ejemplos, estos ejemplares de tejos centenarios en el valle de Tosande (Montaña Palentina) y abetos en Ordesa (Pirineo oscense):

Tejos (Taxus baccata) en la Tejera de Tosande, en medio de otro bonito hayedo (otra ruta fácil y muy recomendable).


Algunos ejemplares son espectaculares.


 
El hayedo.
 
Otro de los acompañantes habituales del haya: el fresno (Fraxinus excelsior).

Abetos (Abies alba) en Ordesa.

 
También en Ordesa, algunos pinos silvestres (Pinus sylvestris).
 
Los arbustos son también poco variados: avellanos, saúcos, arces... En esta ocasión incluyo un precioso ejemplar de arce orón (Acer opalus subsp.Opalus) que fotografié en Irati, y algunas imágenes más del bosque en su esplendor otoñal. Muchos ya las habréis visto, publiqué una entrada sobre este viaje en la anterior versión del blog, que tristemente se fue al traste... Pero bueno, las recupero que son muy bonitas.

Avellano (Corylus avellana).
 
Versión otoñal.
 
Serbal del cazador (Sorbus aucuparia).
 
 
Algunos ejemplares de boj (Buxus sempervirens).
 
Acebo (Ilex aquifolium).

Arce orón, precioso en otoño.

 
Imágenes del hayedo o "selva" de Irati.
 



Justamente en este bosque fotografié muy bien la Pulmonaria longifolia, especie clásica de la vegetación herbácea de los hayedos. Otros ejemplos son los eléboros (Helleborus viridis), hepáticas (Hepatica nobilis), anémonas (Anemone nemorosa), etc.

Pulmonaria longifolia.

Eléboro verde (Helleborus viridis).

Hepática (Hepatica nobilis).

Violeta (Viola spp.).
 
Lactuta muralis.
 
Es una especie que se extendió muy rápido por Europa, desplazando a los bosques mixtos y robledales en muchas latitudes. Aunque bastante resistente, no soporta los suelos encharcados (en suelos muy húmedos especies como el abeto le ganan terreno) ni las heladas tardías. Requiere unas precipitaciones superiores a los 800 mm. anuales, lo que reduce considerablemente su distribución en la Península Ibérica. La madera del haya es bastante apreciada, pese a su tendencia a agrietarse y deformarse. Los aprovechamientos micológicos son también significativos. Por último, el uso público está muy extendido al ser bosques de gran belleza.

La fauna de los hayedos es variada, aunque difícil de observar ya que son bosques muy densos. Por mi parte incluyo estas fotografías de avifauna en los hayedos de Palencia y unas imágenes de quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) de varias edades sobrevolando el hayedo de Ordesa.

Agateador euroasiático (Certhia familaris).

Carbonero palustre (Poecilia palustris).
 
Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus).

Acosado por una chova piquigualda (Phyrrocorax graculus).

Para terminar, aparte de algunas imágenes (más) de estos bellos parajes, una igualmente bonita rima de Antonio Machado:

«Las hayas son la leyenda.
Alguien, en las viejas hayas,
leía una historia horrenda
de crímenes y batallas.
¿Quién no ha visto, sin temblar,
un hayedo en un pinar?».
 
Las encinas, A.Machado
 
 
Hayedo en invierno. Monsteny (Barcelona), 2014.
 
Para terminar, una reflexión sobre estos días tan raros: esos árboles tan fuertes que vemos por los bosques, campiñas, etc. también han tenido que superar grandes baches para su crecimiento, y han conseguido sobreponerse; estoy seguro de que nosotros también podremos. Mucho ánimo a todos y...
 
¡Nos vemos en las tierras silvestres!



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