Llegamos ya a la última parte del viaje, con visitas a algunas de las mayores colonias de aves marinas de Europa. Por desgracia, uno de los días que visitábamos Hornoya, isla repleta de aves marinas que iremos comentando, tuve que quedarme en el hotel por motivos de salud, pero pude unirme al grupo y acceder otros dos días; finalmente vimos todas las aves que crían en la isla, así que puedo darme por satisfecho pese a haber perdido un día.
Como siempre, vamos por partes: el 1 de Abril tocaba el trayecto Batsfjord-Vardo tomando de nuevo la infame carretera del Ártico, donde casi quedamos bloqueados dos días antes, pero por suerte salió el sol y todo fue mucho más llevadero, de hecho al final nos hizo bastante buen día. Tras pasar la carretera y encontrarnos con asfalto por primera vez en el viaje, paramos en varios sitios de interés como Church Peninsula, unas lagunas saladas en las que no había mucha cosa, o el puerto de Nesseby repleto de gaviotas, aparte de algunos mamíferos como renos (Rangifer tarandus) o la liebre ártica que no me dio tiempo a fotografiar.
Después de comer paramos en Ekkeroya, donde, aparte de una espléndida observación de pigargo europeo (Haliaetus albicilla) nos esperaba una enorme colonia de gaviotas tridáctilas (Rissa trydactyla) de unos 100000 ejemplares, asentada en un precioso acantilado. Aquí pasamos buena parte de la tarde, antes de poner rumbo al hotel; un buen preludio de lo que nos esperaba en Hornoya.
El puerto de Vardo, desde donde salen los barcos a la isla de Hornoya, es bastante diferente al de Batsfjord, muy resguardado del viento dada su orientación Este y más pequeño. También hay mucha menos variedad de aves, y la mayoría ya vistas, pero con varios alicientes como la cercanía del arao aliblanco (Cepphus grylle) y estar oyendo bisbita costero (Anthus petrosus). Cuando estuvimos la mañana del 2 de Abril no hacía mal tiempo y pudimos echar un buen rato, sorprendiéndonos también por el incendio en un almacén.
Ese era el primer día que iríamos a Hornoya... pero, al volver al hotel, empecé a sentirme mal, y cuando llegó la hora de subir al barco no estaba ni de lejos en condiciones de estar al aire libre, así que el resto del día no tuvo ningún interés. Pero los dos días siguientes ya son otra cosa: pude acceder a la isla (el primer día poco a poco, el segundo ya a tope), hogar de una impresionante colonia de aves marinas: frailecillos (Fratercula arctica), araos común (Uria algae) y de Brünnich (Uria lomvia), alcas (Alca torda), cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) y, en menor medida, los enormes gaviones atlánticos (Larus marinus). El objetivo principal eran los frailecillos, y, la verdad, fotografiar estas aves en la nieve da unos resultados fantásticos. De hecho la mayoría de fotos del viaje son frailecillos, una especie muy llamativa y tres días para disfrutarla... bueno, dos en mi caso.
Araos ,alcas y demás también se dejan ver muy bien, y para muestra un botón: retratos, posados, vuelos, cortejo... de nuevo en ese manto nevado tan difícil de ver en las islas de nuestro país, y mucho menos a nivel del mar.
Termino así con las entradas de este maravilloso viaje con el que tantas veces había soñado, cancelado dos veces por el Covid y casi una tercera por la lamentable situación entre Rusia y Ucrania, pero, finalmente, la tercera ha sido la vencida. Avistamientos y fotos estupendas, en una excelente compañía. Ya hay ganas de otro viaje así... de momento me queda el excelente sabor de boca estas inhóspitas tierras nórdicas. ¡Volveré sin duda!
En fin, un saludo y...
¡Nos vemos en las tierras silvestres!
Da la casualidad de que este año os sigo a varios que habéis ido al mismo viaje y estoy disfrutando mucho con lo que vais enseñando todos.
ResponderEliminarSaludos.
Es una pasada de sitio, muy recomendable. El bicho lo tienes en todas partes, incluso al lado de los alojamientos, y desde luego no defrauda. Yo mismo seguramente vuelva un año de estos, más hacia el verano para ver plumajes nupciales etc.
ResponderEliminar¡Saludos!