Mis escapadas pirenaicas son todo un clásico desde que hace ya bastantes años descubrí la región. Este año ya visteis por aquí Andorra y sus brutales paisajes, pero aquel fue un viaje más bien de senderismo y visitas culturales, y yo quería pasar unos días en mi querido pirineo oscense, así que con la excusa de que el año que viene mi hermana se va de Erasmus he pasado unos días con la familia (que ya iba tocando este año también) y la zona elegida ha sido Ordesa, aunque no la típica zona de la cola de caballo y demás: esta vez hemos estado alojados en Aínsa, localidad cercana a zonas clave para ver quebrantahuesos y otras rapaces como el valle de Escuaín.
La primera ruta elegida, por no ser muy complicada y la espectacularidad de los avistamientos, fue la de los Miradores de Revilla, donde ya estuve hace unos años y que, como esperaba, no defraudó. En total, para empezar, vimos 4 quebrantahuesos, aunque avistamientos lejanos y fotos horrorosas, a pesar de que uno de ellos pasara muy cerca de la Luna.
Por suerte, otras aves igualmente espectaculares como son los buitres leonados y alimoches, así como otras más pequeñas, sí que estuvieron mucho más cerca y no hubo problema para sacar buenas fotos, además de los bonitos paisajes de la zona y la oportunidad de charlar y compartir el rato con algún que otro compañero de afición... eso sí, no faltan aquellos que no tienen ni idea del tema y no se sabe por qué aparecen por allí, y hay que aguantar sus chorradas y demás; pero siempre encuentras gente agradable, aunque cueste.
La tarde de ese primer día fue para visitar el casco antiguo de Boltaña, muy bonito y recomendable aunque, como todo por aquí, bastante empinado. Una localidad muy atractiva con iglesia románica, soportales, ingeniosas aldabas en las puertas y llena de simpáticos gatos, aunque el trato que recibimos al sentarnos en una terraza fue bastante mejorable... prefiero no entrar en detalles pero muchos ya sabréis lo que pasa en algunos pueblos con la gente "de fuera".
Boltaña.
El día siguiente, aunque estuvo nublado prácticamente todo el tiempo, elegí una ruta de senderismo más exigente para hacerla yo solo, yendo desde el pueblo de Escuaín hasta La Valle, zona muy buena para quebrantahuesos ya que existe un comedero específico. La ruta empezaba bien, rodeado de pinares con hayas, robles y demás entremezclados, buenas panorámicas pirenaicas, buitres, alimoches, reclamos de camachuelo, un colirrojo real..., con susto con una jabalina y su jabato incluido.
Después de pasar discretamente por la zona donde andaban los jabalíes (escuché un gruñido bastante amenazador), ya se empezaban a ver los primeros quebrantahuesos; de hecho, bastante antes de llegar al observatorio del comedero ya estaba viendo juveniles y subadultos, y además bien cerca que era lo que buscaba subiendo hasta allí (en esta excursión conté 15 ejemplares). Ya en la zona indicada, entre pinos, hayas y bastantes vacas, los quebrantahuesos iban entrando y saliendo del comedero, incluyendo varios fastuosos adultos; lástima que estuviese tan nublado, pero he podido aclarar algunas imágenes, tocando algo de brillo y contraste, y no quedan mal del todo, oye.
A la bajada, más quebrantahuesos, un alimoche, vacas, acebos en que no me había fijado... incluso el colirrojo real que ya había visto antes posó largo rato para la cámara. Todo enmarcado en la belleza del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, ya centenario. Es toda una suerte contar con lugares protegidos así, aunque mucha gente no lo comprenda y piense que es un sitio para selfies, excursiones masivas y demás turistadas. A todo esto, se me olvidaba mencionar: aquel día sólo me crucé con otra persona observando los quebrantahuesos, así que os podéis imaginar la suerte que tuve de disfrutar aquello prácticamente solo.
Por la tarde fuimos a cenar al Valle de Plan con la idea darnos un buen homenaje, y así fue; por supuesto, no hay muchas fotos de pájaros, sólo un fugaz escribano montesino y un cuervo. Aparte chovas piquirrojas, un alimoche... al visitar otro punto de alimentación, el de La Inclusa. Lástima de luz y poco tiempo... habrá que volver.
De momento concluyo así con esta primera parte del viaje, dejando unas fotos de Aínsa, su belleza medieval y algunos habitantes de los bosquetes, huertas y río (Cinca) circundantes, en la siguiente entrada (habrá otra antes pues se me acumula material del bueno en mi tierra) contaré lo que falta: mi gloriosa visita a un muladar donde presencié una brutal carroñada, aunque sin quebrantahuesos, y una "sorpresa" que ya comentaré.
En fin, un saludo y...
¡Nos vemos en las tierras silvestres!
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