sábado, 5 de septiembre de 2020

Vacaciones 2020: Paisajes leoneses y últimos pajareos sorianos.

Le doy un poco de celeridad al blog (suelo publicar una vez por semana) para terminar con las entradas del viaje y empezar a hablar de paso post-nupcial, que hay material y ganas de sobra. En la anterior entrada no publiqué fotos de los paisajes que visité durante mi estancia en León, en parte por protección a la fauna sensible que pude observar pero, sobretodo, para ofreceros una breve descripción de la zona donde anduve.

 
Riaño y su embalse fue la primera visita en León, antes de empezar las jornadas de carnívoros. Las montañas con el embalse son un conjunto muy fotogénico, pero este último, construido en 1987, es motivo de gran polémica y enfado entre los habitantes de la zona; y no es de extrañar pues, a parte del gran impacto en la hidrología de la zona (como tantos otros) 7 pueblos quedaron completamente anegados, dos parcialmente. Además se perdió bajo las aguas un valle que, para mi gusto, es mucho más bonito que una masa de agua artificial. Sirva esta reflexión como una de las muchas protestas, públicas y anónimas, contra este despropósito que, casualmente, culminó un día antes de la entrada en vigor de una directiva que lo prohibía... una lástima la verdad, tanto por la zona como por sus gentes.
 


 
 
Sobre el polémico y, además, pobre en aguas embalse, se alza la colosal efigie que es el pico Gilbo (izquierda), una mole de 1679 metros de altitud que preside las vistas desde Riaño, e invita a subirlo la verdad (otra vez será). También es conocido como "Cervino leonés" por razones obvias, y como yo soy así no pude dejar de retratarlo desde todos los ángulos.
 


 
Bajo este y bastantes otros gigantes se extiende una gran extensión de prados, piornales, hayedos y pinares que, sin duda, sería mucho más extensa antes del embalse.
 


 
Ya que hablamos de hayedos, en el interior de este en concreto se encuentra la cueva de "La Vieja del Monte", personaje mitológico que, según la leyenda, habita esta zona y hace dulces para los hijos de pastores y demás. Como curiosidad, los niños de la zona le entregan cartas como si fuera una especie de "Santa Klaus" femenino. Otro atractivo más de estos bosques legendarios que son los hayedos y robledales atlánticos.
 
La cueva de la vieja, con una ambientación exquisita por cierto.



Helecho real (Pteridium aquilinum) de sugerente coloración otoñal. Me han dicho que aquí la estación es brutal...


 
Estas son de otro día, en un hayedo que, aparte de contar con varios ejemplares de buen porte, también crecen aquí gigantescos robles. Un auténtico paraíso que, por si fuera poco, visitamos etre la niebla:
 
Despampanante roble albar (Quercus petraea).







 
Ya dije que estuve alojado en otro pueblo, Cistierna. Tengo que decir que es un pueblo de carretera, nada del otro mundo al igual que el hostal donde nos alojábamos, funcional pero bastante anticuado. Destaco aquí el río Esla (aunque sin paseo fluvial...) y el paisaje boscoso salpicado de verdes prados de siega:
 
Cistierna.

Río Esla.

Algún tipo de malva (Malva spp.).

Típicas composiciones que me gustan...
 
Evidentemente tantos días por aquí, sobretodo por el campo, han dejado muchos más paisajes únicos; y para muestra un botón:

 




Sigo con mis experimentos...

Tarabilla común (Saxicola torquata) en honor a su abundancia todo el viaje.
 

 
Evidentemente estamos en una zona ganadera por excelencia, y no podía irme de allí sin un par de fotos de "ganao":
 
Las más abundantes y ruidosas, siempre atentas.




 
Preciosos animales donde los haya.




La foto del viaje, jajaja...
 
Primeros planos de este misterioso equipo de fútbol que encontré en un polideportivo; lo mío no es el fútbol pero se aprecian sugerencias.

 
Por el título de la entrada sabréis que esto no ha acabado; para terminar definitivamente, las últimas oportunidades de pajarear que tuve en el viaje, concretamente en Soria, con especies comunes, algo de paso migratorio, abejeros (Pernis apivorus) en migración y un precioso y confiado trepador azul (Sitta europea).
 
Trepador azul.

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochuros).
 
Hembra de mirlo (Turdus merula) con malformación en el pico.

Petirrojo europeo (Erithacus rubecula).

Arco romano de Medinaceli (S.I-III).
 
Castillo de Medinaceli (S.XV).

Abejeros.
 
La última lo prometo...

Castillo de Sigüenza (volvimos por Guadalajara; S. XII).
 
Golondrina común (Hirundo rustica).
 
Catedral de Sigüenza (S.XIV).

La última foto del viaje.
 
Y, parte por parte, este ha sido mi periplo norteño; aunque un año más no he salido al extranjero (esta vez porque ha resultado imposible) creo que se me ha dado bastante bien, con paisajes brutales, bicherío del bueno, algunas novedades que nunca se me olvidarán y pinceladas culturales para rematar. Ojalá esta dinámica fuera la de todos los viajes, pues es lo más completo que he hecho hasta ahora. Y es que, a pesar de la actual pandemia y las medidas extraordinarias que trae consigo, pienso que hay que aprovechar cada momento al máximo, ya estés en casa, viajando, saliendo a campear un día... pues la vida es un regalo y no hay que malgastarla. Y con este arrebato filosófico que no sé de donde sale, un saludo y...
 
 
¡Nos vemos en las tierras silvestres!
 






Palabras que también forman parte de nuestro patrimonio.
 
Lástima que sean meras dianas para aquellos que no valoran nada más allá de su ombligo. Transcribo a Machado en esta última imagen:
 
"Campos de Soria:
 
Más si trepáis a un cerro y veis el campo desde los picos donde habita el águila, son tornasoles de carmín y acero, llanos plomizos, lomas plateadas circuidos por montes de violeta, con las cumbres de nieve sonrosada."
 

lunes, 31 de agosto de 2020

Vacaciones 2020: Carnívoros de la montaña leonesa.

Pues así es, esta era la sorpresa: he pasado 2 días enteros buscando gato montés (Felis sylvestris), lobo ibérico (Canis lupus subsp.signatus) y oso pardo (Ursus arctos) por la vertiente leonasa de la cordillera cantábrica, como parte de unas jornadas de observación de la empresa de viajes de naturaleza "WildWatchingSpain". Unas buenas jornadas de campo en las que, aparte de bichear a tope y disfrutar como un enano de dos de estas especies (el oso no apareció por ningún lado), he tenido la oportunidad de conocer compañeros de afición y ver de primera mano como es pasar varias jornadas con una de estas empresas, experiencia que seguro repetiré en el futuro. Antes de empezar, esto es algo evidente, pero aun así comento: no voy a desvelar ninguna localización exacta. Picos de Europa, de allí son las fotos con las que acompañaré a este texto; se trata de fauna muy sensible, y por ello tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para su protección.

Después de esta breve introducción y aviso, ya podemos empezar con este fin de semana cargado de emociones. El viernes 21 ya tocaba ir a Cistierna para reunirse con el resto del grupo, pero, estando por la mañana en Riaño, me dio tiempo a darme una pequeña vuelta a ver si veía alimoches (Neophron percnopteus), cosa que conseguí aparte de unos bonitos paisajes.

Entorno de Riaño. En próximas entradas enseñaré más paisajes.

 
 
Alimoches.
 
La tarde del 21, después del check-in y una vez reunidos todos, fuimos a buscar gatos monteses por unas praderas que frecuentan. Como ya anunciaba no desvelaré localizaciones; lo que sí diré es que la zona en cuestión estuvo bastante animada, viendo 4 gatos monteses. De no haber visto ni uno a ver tantos en una sola tarde, pues la sensación es indescriptible. Además, pudimos ver como varios cazaban topillos con éxito. Las fotos son mucho menos que testimoniales, pero en estos casos creo que es lo de menos.


Gatos monteses.

Por comentar algo más sobre el gato, como muchos ya sabréis dio origen al gato doméstico. Se distingue del mismo por su apariencia robusta, pelaje denso de coloración pardo-grisácea con algunas rayas negras y cola gruesa, en la que destacan de dos a tres anillos negros bien marcados y una borla redondeada que la culmina. Ampliamente distribuido por Eurasia, existen poblaciones en toda la península, escaseando donde existe una mayor presencia antrópica. En la cordillera cantábrica es bastante abundante, y fácil de observar cuando caza topillos en las campiñas, como en este caso.



Después del subidón con los gatos, llegó el segundo plato fuerte de las jornadas: los lobos. Ya adelanto que no fue como los gatos, es decir, que no vimos tantos; de hecho, yo sólo vi uno mientas creo recordar que algunos vieron dos o tres, pero claro con una especie tan esquiva y a la que tenía tantas ganas de disfrutar hacía tiempo, pues me doy con un canto en los dientes. Por la mañana hicimos una espera en la que un joven ejemplar espantó a unos buitres leonados. Un momento sin duda espectacular, lo malo es que justamente ese fue el que no vi; de hecho, creo recordar que lo vieron una o dos personas y ya está... Lo bueno de este tipo de esperas es, aparte de la belleza del paisaje, que siempre hay algo para ver: ciervos, corzos, jabalíes, los mencionados buitres, la banda sonora de arrendajos, trepadores azules, petirrojos y camachuelos, los omnipresentes, y al final algo irritantes, cencerros y mugidos de las vacas, etc. Después de esta espera tan poco fructífera (a tener en cuenta que se trata de individuos salvajes) y con un ambiente bastante más cálido fuimos a una zona en la que es fácil observar rastros de oso pardo, al bajar los animales a rascarse y afilar uñas y dientes en el pinar. Fijaos en las señalizaciones de senderos destruidas y los pelos de plantígrado que quedan prendidos de varios clavos colocados para estudios genéticos (del oso claro está):

Rastros del oso.





Por aquí no vimos mucho más, aparte de un par de lejanas cabras montesas y una fugaz águila real (Aquila crysaetos). A mediodía, antes de la segunda espera, me di una vuelta por Cistierna, donde estábamos alojados. Poca cosa; a destacar águila calzada (Aquila pennata), ratonero (Buteo buteo) y varias especies de lagartija.

Águila calzada, fase clara.

Busardo ratonero adulto.
 
Leptotes pirithous.

Lagartija colilarga (Podarcis algirus).


Lagartijas roqueras (Podarcis muralis).

La espera de la tarde fue mucho mejor, tanto a nivel paisajístico como bichero, viendo mi primer lobo, que espero no sea el último. Las fotos son de "cutrescope" con el móvil pero algo se ve. De todas formas fue un momento único, con el lobo sesteando y la banda sonora del pito real y los arrendajos. Por desgracia la niebla fue ocultando al lobo y todo lo demás, por lo que tocó levantar la espera y a otra cosa.

 
Lobo ibérico.

Al día siguiente se ofrecía la posibilidad de volver a intentar lobo, pero yo decidí probar con el oso, ya que no había visto y siempre está la posibilidad de que te lleves una sorpresa. Pero, como ya avanzaba, no logramos ver ningún oso. Por suerte allí estaban de nuevo los ciervos para amenizar la espera, y un grupito de bisbitas arbóreos (Anthus trivialis), especie que es la primera vez que logro fotografiar. Se nota que es un punto bastante fiable para oso, pues había también varias personas observando... habrá que volver y probar suerte.

Bisbita arbóreo.

Pues bueno, habéis llegado hasta el final de mis aventuras "peludas", un fin de semana de buenas observaciones en muy grata compañía con el que culminé mis días de descanso por el norte, sin duda satisfecho de haber visto por primera vez estos impresionantes y míticos animales. Ahora ya he regresado a Valencia, con la grata sorpresa de una buena bajada de temperaturas; tengo mucho que mostrar de los días anteriores al viaje, y todo apunta a que pronto se me acumulará más material, pero asimismo aún me queda mostrar la última parte del viaje... dadme tiempo, se acercan cosas bastante jugosas.

En fin, un saludo y...

¡Nos vemos en las tierras silvestres!